Por: José Guadalupe Rocha Esparza
ESTAR VIVOS
El olvidado asombro de estar vivos es uno de los 584 endecasílabos perfectos de los que consta “Piedra del sol”, escritos por Octavio Paz en 1957, canónico poema en las letras mexicanas, definiendo la poca importancia que damos a este momento por el que estamos aquí y ahora para gozar de la vida: sentir, conversar, oler, escuchar, respirar, ver, amar.
“La gloria que es ser hombres y compartir el pan, el sol, la muerte, el olvidado asombro de estar vivos”, nos invita a valorar la risa, los momentos de vida y dejar de lado el enfado, permutándolo por el abrazo, libre de juicios, sin complejos, felices de agradecer y compartir lo que tenemos, disfrutando de las relaciones que nos hacen humanos, mortal y efímero.
Los episodios de miedo e incertidumbre sirven para detenernos y rescatar del olvido el asombro de estar vivos, vivir la vida con más curiosidad, asombro e intensidad, complacerse con el regalo de existir, comer con un amigo, tomar el sol, perderse por una calle desconocida, abordar un avión. Cuando la vida regresa, pedimos menos a ella y tendrá hondo sentido.
PENSAR DIFERENTE
David Foster Wallace, profesor y escritor estadounidense, decía que, en este mundo obsesionado con el éxito, la hiperproductividad, el consumo y la encarnada actitud de despreciar a quienes no son como nosotros, hace que tengamos una máscara de rabia, tanto como los animales que tragan aire para acrecentar su tamaño, mostrar los colmillos o esponjar el plumaje.
La máscara de enojo es ahora un apodo, mote, seudónimo o nickname para gritar, insultar, linchar o vociferar en las redes sociales; símbolo de ira, furia, resentimiento, cólera, fastidio, irritabilidad, hostilidad, exasperación y, tal vez en extremo, la atrofia humana de la violencia y odio patológicos, que convierte cada orilla del país en virulenta manía y contagiosa polarización.
Sin dar un consejo moral, Foster pide tener la voluntad, el esfuerzo mental, el cociente intelectual y la suficiente inteligencia emocional de pensar diferente, así como la capacidad de entender, con las emociones, al otro, porque en el agua estamos todos, que somos cientos de emociones, junto con sus mutaciones y matices. Entendámonos, reitera el maestro Foster.
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